Entrevista en la popular La Contra del periódico catalán.


"¡Basta! ¡No quiero explicar más mi vida!"

Tengo la edad de mi música, que se escucha cada día más. Nací en la isla de Mann, con su propio Parlamento, sus propias leyes y bandera: libre como yo mismo. Soy new age, tengo una fe sin jerarquías y creo en un dios sin religión. Soy vegetariano. Tuve la suerte de aprender y competir con los Beatles. Acabo de sacar en solitario "Magnet"


LLUÍS AMIGUET - 25/06/2003

-Gracias, señor Gibb. "Staying alive", "Saturday's night fever"... ¡Sí, señor! Están en los circuitos neuronales de toda mi generación y...

-¡Basta, Dios mío, basta! ¡No quiero más jodidas escenas de "Esta es su vida"!

(Robin Gibb se levanta y abandona la entrevista y la sala a toda velocidad y sin más explicaciones. Confundido, el fotoperiodista Llibert Teixidó le pide perdón, porque cree haberle molestado. Este entrevistador, más confundido todavía, se ofrece a pedir excusas no sabe muy bien por qué. Se inicia aquí una conversación entre el mánager del señor Gibb y "la contra" que reproduzco.)

-Pero ¿qué le ha pasado?

-Tiene que entender que el señor Gibb está muy afectado por la muerte de su hermano el pasado mes de enero y no le ha gustado cómo ha enfocado usted la entrevista...

-Pues si no habíamos empezado...

-¿Qué le ha preguntado?

-Iba a preguntarle por su infancia, la de los hermanos Gibb, hijos de un panadero de la isla de Mann cantante a ratos libres...

-Hummm.

-...empezaron a practicar el falsetto en el lavabo de unos grandes almacenes porque tenía buena sonoridad hasta que su padre emigró a Manchester y allí los cuatro hermanos tuvieron problemas con la justicia...

-Es que sólo le habla del pasado...

-...Y se convirtieron en delincuentes juveniles, robaron coches y parquímetros y su padre tuvo que emigrar a Australia para que no acabaran en la cárcel... Y allí en Australia comenzaron a cantar por las fiestas de las granjas para que la familia sobreviviera... Oiga, debe de ser fantástico ser el amigo de Robin Gibb...

-Es un excelente amigo, sí.

-Y viajar con él y buena música...

-Sí. Eso es lo mejor, la música.

-Entonces, ¿no le puedo preguntar cómo Robin empezó a tomar anfetaminas para soportar siete y ocho actuaciones diarias en granjas perdidas en el campo...? Eso he leído.

-El señor Gibb sólo quiere hablar de su trabajo actual, de su música, del disco. Ese es el problema con los periódicos: ustedes no preguntan de música, las radios sí saben de música. No debimos haberle dado esta entrevista.

-Pero no es el primer problema familiar que tiene el señor Gibb... Maurice es el segundo hermano Gibb que muere. ¿No es así? He leído que el primero, Andy Gibb, después de formar su propia banda y de ganar una fortuna y ser novio de Victoria Principal (la de "Dallas") murió a los 30 años, tras serios problemas con la cocaína, en un hospital de Oxford durante un chequeo.

-Mira, hombre. Robin está muy afectado todavía por lo de Maurice, así que tendrás que eliminar algunas preguntas...

-Le aseguro que elegiré con sumo cuidado mis palabras, pero yo no le he ofendido...

(Después de 20 minutos de espera, Robin Gibb reaparece en la sala relajado y sonriente, se sienta a mi lado de nuevo como si nada hubiera pasado, pero algo inexplicable ha cambiado de repente en su estado de ánimo.)

-Espero no haberle molestado...

-...No, está bien. Empecemos...

-¿Sabe? Le veo vestido de negro, con esas gafas de sol...

-¿No le gustan?

-Sí, sí. Me encantan... Pero recuerdo a los Bee Gees de la fiebre del sábado noche, aquellas melenas de Barry, los pantalones acampanados, aquel falsetto...

-¿Tiene usted alguna pregunta que hacerme?

-Sí, sí, claro. Ustedes son uno de los cinco grupos que más discos han vendido de la historia y, bueno, entonces tenían aquel aspecto tan de disco y de setentas... Y ahora usted va de negro, minimalista, incluso severo...

-En la esencia del artista está la evolución. Y yo no digo que tenga que cambiar tanto como Madonna, pero sí que evoluciono...

-Claro, pero ahora mismo, el pop parece atrapado en los 70 y 80...

-Es cierto. En cambio, nosotros tuvimos que enfrentarnos a los Beatles y al mismo tiempo pudimos aprender de ellos y de otros grupos que eran monstruos del pop y que siguen vivos hoy con sus canciones, porque entonces inventábamos, no repetíamos.

-Nadie lo discute.

-Hoy hay compositores con talento, pero les cuesta mucho más ser originales. Está todo atomizado, etiquetado, a la medida de los grandes almacenes y su sección de discos: tecno, jazz, country, funky, soul... Todo son versiones. No hay riesgo.

-Cada vez más etiquetas.

-Porque creen que venderán más así, como si fueran paquetes de cereales para desayunar. Pero los Beatles lo mezclaron todo, el jazz con lo céltico y los toques country o folk, por eso eran geniales. Creaban dentro de ese "melting pot" musical... Eso enriquece.

-¿Dónde está usted ahora?

-Me gusta la música negra americana, música de desconocidos.

-¿Se siente usted solo en el escenario después de medio siglo de Bee Gees?

-No, porque cada uno de nosotros siempre fue compositor. Yo he compuesto música para decenas de películas: la última para "Los ángeles de Charlie", pero todas las grandes estrellas del pop cantaron nuestras canciones y si pone la radio las oirá cada día...

-¿Le molestan las críticas?

-Oiga, yo no leo críticas: yo actúo, acabo, me voy a casa, me voy a la cama... No le doy vueltas a nada.

-¿Malos recuerdos?

-El peor momento ha sido perder a Maurice, pero soy un artista y aunque esté solo tengo que componer mucha música todavía.


 

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